lunes, 27 de julio de 2009

05. AREA Ético pastoral

1. Definición y alcances de la ética cristiana.
La ética viene del griego ethos, que se refiere a la costumbre y estudia la moral y la acción humana. En filosofía se dice que la ética estudia las normas atendiendo a su racionalidad, a su carácter individual y orientada a campos de acción específicos (el gremio empresarial, y el desempeño laboral y la aplicada a ciertas actividades).

La moral en cambio es emocional, colectiva y orientada a los fines. Sin embargo, es común no hacer distinciones y describir toda buena conducta simplemente como ética. En términos teológicos los elementos que orientan la ética son el sentido de obligación moral que proviene de la distinción del bien y del mal y el sentido de responsabilidad.

En cuanto a la obligación moral nace esta del carácter moral del Dios. Contrasta esto con los dioses paganos que eran caprichosos, a veces buenos, otras veces, malos, como sus adoradores. Podían engañar, mentir y esconderse de sus adoradores. Podían exigir a hombres y mujeres el servicio en templos de prostitución “sagrada”; también pedir que sus recién nacidos fuesen inmolados; de igual manera, mover al hombre a hacerse incisiones o cortes en la piel hasta sangrar profusamente. En todo esto, no había una norma propuesta por ellos para distinguir entre lo bueno y lo malo. De hecho, lo que las deidades exigían como “culto”, constituía una monstruosa destrucción del ser humano.

Ese es el aspecto revolucionario de la revelación divina. El carácter de Dios expresado en mandatos que protegen al ser humano. Esos mandatos que definen lo que es bueno y lo que es malo, constituyen en si mismos la protección de la vida, incitan a amar al prójimo, a ejercitar la compasión, a respetar el derecho ajeno, a hablar la verdad etc. Lo que suele tomarse como “criterios religiosos”, y verse sólo en función de Dios, pierde de vista algo central: que la razón por la cual Dios califica ciertas cosas como buenas es para proteger al ser humano; y que lo que es aborrecible a los ojos de Dios es lo que destruye al individuo y a la especie. Con esa instrucción convertida en conducta Dios protege al hombre y a la mujer.

En cuanto a la responsabilidad como el otro eje de la ética cristiana, en términos teológicos, se refiere a la respuesta total, de nuestra vida total, a la demanda total que Dios nos hace. Es una consecuencia de nuestra “creaturidad”. Dios nos ha hecho “personas” como el, y nos ha revestido de una dignidad infinita. El ser creaturas morales, creados a su imagen y semejanza, nos vincula a él de muchas maneras, especialmente, a buscar sus fines: derrotar en el mundo las cosas que a él le ofenden, así como avanzar aquellas que a él le agradan.

Partiendo de ello, la responsabilidad es sobre todo un tema relacionado con las otras personas. Dios nos ha dado la capacidad de amar y a partir de ello nos pide proteger al débil y cuidar del prójimo. De modo que la idea del “pecado” no es sólo “teocéntrica” (centrada en Dios). Es también todo aquello que disminuye, reduce, menoscaba o destruye la vida y dignidad de otra u otras personas.

Promover la justicia, la ley, el orden así como el trabajo y la paz, es un conjunto de tareas que redundan en cultivar la vida y convivencia pacífica y amorosa entre los hombres. Temas todos que facilitan buscar a Dios. Es tarea nuestra (responsabilidad), dar a conocer a Dios y predicar el mensaje de nuestra fe con su contenido ético y moral de respeto por el ser humano, a fin de transformar las actitudes e instituciones del país. Si la “buena nueva” de nuestra fe no ha tocado actitudes e instituciones es irresponsable creer que esta tierra ha sido tocada por el evangelio. La ausencia de cambios tan fundamentales en la vida y la cultura de los guatemaltecos, solo revela que Dios sigue siendo un desconocido.


2. El papel de la iglesia en la sociedad Guatemalteca
Renovar la predicación. El reino de Dios, es el modelo constante para la llamada a la obediencia del pueblo de Dios, de las naciones y de los hombres y mujeres de Dios. El testimonio infalible de las Sagradas Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento es el marco del cual emerge nuestra predicación en torno a la transformación que Dios exige.

Replantear nuestra hermenéutica. La renovación de nuestra predicación pasa por la renovación de nuestra hermenéutica. Proponemos como marco para estas reflexiones la iniciativa de Dios en darse a conocer al hombre; nuestro principio de Sola Scriptura es un pilar que sigue haciendo posible hoy, como hace quinientos años, una Iglesia Semper Reformanda. Si no renovamos nuestra hermenéutica y nuestros paradigmas en función de la revelación, seguiremos cometiendo los mismos errores de omisión y de comisión.

Redescubrir el paradigma de Dios. Frente a la vida de los hombres, de las naciones y de las instituciones sin Dios o de los enemigos de sus valores, Dios presenta su contracultura, su contra imaginación y su guión para normar la vida de cada ser humano. El llamado a obedecer a Dios se traduce a principios para la vida en donde el ser humano no puede desentenderse ni de Dios ni de su prójimo. La razón por la cual Dios califica muchas prácticas como buenas es precisamente para proteger al ser humano; y que aquella prácticas que son aborrecibles a los ojos de Dios, lo son porque resultan en la destrucción del individuo y de la especie.


3. Ética social cristiana, implicaciones y alcances.
El infinito valor de la persona humana es una enseñanza bíblica que de alguna manera hemos pasado por alto en la enseñanza en la Iglesia. La predicación de la infinita dignidad del ser humano tiene giros muy puntuales en la enseñanza bíblica: el hablar la verdad, respetar el derecho ajeno (sea la vida, la propiedad o la libertad); ser puntuales; cultivar la ética de trabajo para ser merecedores del salario que recibimos. Exigir no solo derechos sino reconocer nuestras responsabilidades, y asegurarnos que nuestro sistema legal reduce la pobreza y promueve la justicia. Todo esto es parte de la responsabilidad por el ser humano, no asumida por la Iglesia.

Influir en las instituciones. El reino de Dios no se agota en la acción de persona o entidad alguna pero es una marca elevadísima puesta para todos aquellos que pretendemos ser pueblo de Dios. Los hombres podemos escoger construir nuestras sociedades en torno a los principios del reino de Dios o en contra de ellos. Los hombres comunitariamente decidimos el camino a elegir como naciones y con ello sellamos nuestro camino a la obediencia y bendición o a la desobediencia y al juicio.

Reconstruir el Estado. Dios dio a los hombres, aun en Israel, la posibilidad de escoger si caminarían según sus mandatos o no. La impresión que esto nos da es que hoy podemos escoger qué gobierno, qué reglas, qué sistema nos habrá de guiar como nación. Nuestra identidad nacional no depende de nuestra tradición jurídica como hemos querido creer. Es preciso prepararnos para refundar el Estado nacional en torno a criterios diferentes. Los hombres pueden escoger construir sus sociedades en torno a los principios del reino de Dios o en contra de ellos.

Sacar la Iglesia a la calle. Hemos dado la impresión que la vida cristiana se vive en los templos y que la espiritualidad nada tiene que ver con la materialidad. Ni siquiera se ha llevado a Dios al hogar y al trabajo. Así hemos dejado al pueblo de Dios sin dirección y le hemos quitado a Dios el derecho a ser señor de señores y rey de reyes sobre nuestra vida diaria. Es en ese marco contextual de creación, mandato cultural, reposo y redención en el que Dios nos exige ver las cosas desde el punto de vista del amor, la justicia, la verdad y la santidad. Ese es el punto de partida necesario e ineludible para hablar de transformación.

Subir la marca hacia la excelencia. De la misma manera que decimos que “evangelización es darle a cada persona la oportunidad de rechazar o creer en Jesucristo de manera individual”; de igual modo, a nivel nacional y colectivo debemos subirnos la marca: diremos que el evangelio debe tocar las instituciones y actitudes de una nación; de modo que si el evangelio no ha tocado las instituciones del país y las actitudes de su gente, esa nación no ha sido aun alcanzada por el evangelio. Eso implica transformar todos nuestros programas eclesiásticos, evangelísticos, pastorales y teológicos, a fin de que nuestras coronas entregadas al cordero, sean mas abundantes para la mayor gloria suya.


4. La pastoral como espiritualidad. El pastor como guía espiritual
En el marco bíblico del mandato cultural, se da por sentado que Dios nos exige transformar nuestro entorno a partir del reposo y de la redención evangélicos. Para ello es preciso definir la relación del hombre con Dios y con el mundo. Nuestra espiritualidad se funda en que Dios creó al ser humano a su imagen y semejanza. Por tanto, Dios nos ha creado para 1. La procreación y para vivir en familia; 2. Para el trabajo y la cultura; 3. Para obedecerle y gozar así de comunión con el (el reposo). Ese es el asiento de nuestra espiritualidad y el antecedente del trabajo pastoral.

Creencia equivocada es que espiritualidad es aquello que nada tiene que ver con la realidad. Eso quita a Dios la oportunidad de conducir la vida del creyente. Por eso la espiritualidad siempre va asentada sobre la doctrina de la creación. En términos bíblicos no se puede hablar de espiritualidad sin mencionar la creación. En Génesis, Dios nos entrega un mundo para sojuzgarlo y dominar sobre el (Gn.1:26-27). El plan de Dios consiste en que el hombre sea vicerrector suyo. Dios ordenó: Fructificad y multiplicaos, llenad la tierra y sojuzgadla (Gn.1:28). Lo “administrable” incluye el trabajo, la cultura y el progreso (Gn.2:15), la familia (2:28), y el reposo (Gn.2:3).

El pastor como guía espiritual ha de tomar en cuenta:
1. La palabra de Dios es más que información o conocimiento, es la comunicación de la voluntad de Dios para que vivamos según ella.
2. El resumen de la ley que tanto Dios como Jesús proponen debe estar al frente de nuestra aplicación de la doctrina cristiana: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como si mismo.
3. Hay esfuerzos racionales por explicar la doctrina cristiana ellos deben ser re-estudiados y aplicados a la luz de los dos principios anteriores.
4. En los programas de la Iglesia “la prueba del sábado” (que Jesús aplicó a la institución del sábado) debe ser aplicado a todo lo que iglesia intenta hacer por el ser humano: la Iglesia fue creada para el hombre y no el hombre para la Iglesia. Eso prioridad que protege al ser humano (sobre todo en riesgo) se debe mantener frente a la familia, la Iglesia, el Estado y todo rose social que como personas mantenemos.
5. Las personas son mas importantes que las cosas y que los procesos. Detrás de eso esta la infinita dignidad de la persona humana creada a la imagen de Dios.

La agenda pastoral para guiar al hombre moderno a Dios incluye:
1. la familia como contexto para aprender a amar y obedecer a Dios;
2. El hombre es persona como Dios, creado a la imagen de Dios y posee autoconciencia, voluntad, intelecto y emociones, aspectos sujetos a ser ministrados pastoralmente;
3. El trabajo y el emprendimiento humano son esencialmente buenos y complementan la realización del ser humano como persona;
4. La protección del débil, de la mujer, de los pobres, de los niños y de los huérfanos descansa en el reconocimiento de la infinita dignidad de la persona humana, creada a la imagen de Dios.
5. Lo bueno, según el carácter de Dios, es aquello que protege al hombre y lo malo, aquello que lo destruye. Dios se constituye en el principal protector de todo ser humano. El carácter de Dios es la base para definir la vida humana.
6. Ninguna acción disciplinaria de la Iglesia puede ser punitiva ni violentar la libertad del hombre, cosa que ni siquiera Dios restringe.

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