lunes, 27 de julio de 2009

03. ÁREA de teología dogmática: introducción y doctrina de Dios

1. Revelación, canon e inspiración de la Escritura
Revelación es la obra de Dios por medio de la cual el dio a conocer al hombre lo que este de ninguna otra manera podría conocer. Dios se revela en a) su Palabra, en b) actos revelatorios y en c) la Persona de Jesucristo. También hay en la Biblia el registro de sueños, visiones, ángeles. La revelación es lo que distingue a la reflexión teológica de la reflexión filosófica. La insistencia de los teólogos de la ilustración de hacer de la teología una suerte de filosofía trascendente fue hercúleamente censurada y corregida por Karl Barth quien insistió en una teología de la Palabra de Dios (Jesús, la enseñanza de la Iglesia y la Biblia) y de la revelación. Revelar es correr el velo, mostrar, dar a conocer.

La palabra canon proviene del griego kanon (kanon), que significa “vara de medir, regla”, metafóricamente se aplica a los escritos que se ajustan a una “regla o norma de divina inspiración y autoridad” Es la colección de libros considerados como inspirados. En el caso del Antiguo Testamento, el canon se cerró unos 400 años antes de Cristo con 39 libros. Posteriormente, una reunión de Judíos eruditos en Jamia, en el año 100 D. C., quiso oficializar lo que la tradición ya había hecho siglos atrás. Fueron incluidos en el Canon los libros cuya autoridad se levantó sobre la conciencia del pueblo de Dios.

En el caso del Nuevo Testamento circularon listas de libros conteniendo el Nuevo Testamento ya en el siglo segundo (i. e. el canon de Muratori o la lista de Taciano, ambas del año 170; ). La diferencia entre los libros del A. T. se debe al uso del canon alejandrino que prevaleció en los primeros siglos, si bien ninguno de los apóstoles citó los libros extras del canon Alejandrino.

Los concilios de la Iglesia - el Concilio de Hipona, en el año 393 A.D. y el Concilio de Cartago, en el año 397 y 419 A.D., ambos en el norte de África - usaron el canon Alejandrino (con 46 libros para el Antiguo Testamento) y también fijaron el canon del Nuevo Testamento en 27 libros, cosa ya establecida para el segundo siglo.

El peso de la colección de Alejandría se debe a la LXX, compuesta para la biblioteca de Alejandría, cuyo requisito no era una colección religiosa, sino una colección que representara la cultura y costumbres de los judíos.

Para reconocer los libros del Nuevo Testamento los Padres utilizaron tres criterios:1- que fuesen escritos por un Apóstol o su discípulo. 2- que se utilizara en la liturgia de las iglesias Apostólicas. Ej. Alejandria, Corinto, Roma, Jerusalén, Antioquía, etc. 3- que estuviera en conformidad con la fe recibida de los Apóstoles.

Definimos inspiración como la obra del Espíritu Santo, por medio de la cual el guió a los hombres de Dios a consignar infaliblemente, la revelación de Dios en las palabras de los manuscritos originales. Esta inspiración no es “poética” sino “poietica” (los guió a hacer algo). La inspiración explica el “cómo” llegó la Biblia. La revelación es el “que” o contenido. Un escrito no es revelación si no esta inspirado. De modo que revelación, canonicidad y autoridad dependen de la inspiración.


2. La teología como disciplina científica
El concepto de un “método” es lo que da forma a la teología como disciplina. Se le llama el “método teológico”. En la antigüedad la disciplina teológica comprendía solo la hermenéutica. De la ilustración para acá se ha hecho necesario dar a la teología una ruta o sendero que constituya una manera de hacer las cosas. Eso también se requiere de las disciplinas liberales o “ciencias del espíritu” en el contexto de la investigación universitaria.

Tal “camino” o met-jodos permite obtener siempre los mismos resultados al aplicar el mismo procedimiento. Este es un aspecto de las ciencias naturales que se acepta como cosa deseable en toda disciplina. En cierto sentido es esta una intromisión de la ilustración en las ciencias bíblicas. Los teólogos la han aceptado para poder funcionar en el contexto de la universidad.

El acercamiento o método en la teología no siempre se ha hecho explicito. Pero hay algunos criterios que no le pueden faltar a lo que se denomina método: 1. Que la Biblia siempre ha tenido un lugar importante en el taller del teólogo (su interpretación, su lenguaje, textura, historia, temática); 2. Ciertos conceptos se han utilizado de la mano de la Biblia (ley, conciencia, verdad, razón); 3. El dialogo siempre ha sido parte del que hacer teológico (a favor de Platón, Aristóteles y el pensamiento moderno en el dialogo católico) o (contra la ramera razón, contra cultura, contra cristiandad, contra la ilustración, contra las ideologías en el dialogo protestante). 4. La referencia conceptual al derecho romano, a la verdad y a la espiritualidad nunca ha estado totalmente ausente en el taller teológico (teología latina, teología griega, teología protestante).

Con el advenimiento de la Teología de la Liberación, la praxis se constituyo en el lugar teológico referencial primero, urgiendo un cambio de paradigma contra “la teología como saber racional”. Es decir, el punto de partida anterior aun a la revelación, en las posturas extremas, es la praxis, situando a la teología en una posición precaria. Karl Barth en el siglo XX rechazó la teología neo-protestante. No sólo puso en tela de duda la visión racionalista de la teología decimonónica, sino desbarató la pretensión de un método teológico autónomo, científico, anterior a la Palabra de Dios y a la enseñanza de la Iglesia (la dogmática). Suponía que era colocar un juez por encima de la revelación de Dios. Precisamente la tentación de lo humano.

Karl Barth, afirmó, refiriéndose al teologizar (Church Dogmatics II/1 656), que la teología en su totalidad, y en todas sus partes y en sus interconexiones, en su contenido y su método es... una ciencia peculiarmente bella. De hecho, podemos decir con confianza que es la más bella de todas las ciencias. Encontrarla desabrida es la marca del filisteo. Es una forma extrema de filistieismo encontrar a la teología desabrida. El teólogo que no tiene gozo en su trabajo simplememente no es teólogo. Caras malhumoradas, pensamientos adustos y estilos aburridos de hablar son intolerables en esta ciencia. Que Dios nos libre de lo que la Iglesia Católica ha considerado uno de los siete pecados del monje – el taedium – ante las grandes verdades espirituales con las que la teología tiene que ver. Pero tenemos que entender, por supuesto, que sólo Dios nos puede guardar de caer en ese tedio. (II/1 p.656).

3. La revelación de Dios en el Antiguo Testamento
La auto manifestación de Dios en el Antiguo Testamento se da en hechos revelatorios y en palabras revelatorias que interpretan esos hechos. Los hechos revelatorios se pueden resumir en el Dios creador, el Dios que elige y el Dios que salva. Dios crea al hombre y al mundo pero también a una nación; Dios elige a líderes de la teocracia para que avancen los planes de Dios para bendecir y salvar al hombre. Abraham, por ejemplo (Gn. 12), le promete una misión, una tierra y una descendencia. En cuanto a la salvación, Dios la realiza liberando (Moises), peleando por su pueblo (Jueces) y disciplinándolo (profetismo). Israel sufre derrotas y el A. T. termina su historia cuando Israel regresa de un exilio de 70 años, mermada (Dt.28-30) por el juicio de Dios (2 Cr 36:22-23).

En cuanto a la palabra que interpreta los hechos revelatorios, Dios nunca se dejó así mismo sin testimonio. Aun los cielos, dice el salmista, anuncian la gloria de Dios y el firmamento cuenta la obra de sus manos (Sal.19). Pero la diferencia de esa palabra es que interpreta al pueblo cual es la ética que Dios requiere. Por eso se le entrega la ley (Ex.19), los diez mandamientos (Ex.20) y el cumulo de leyes humanitarias (Ex.21ss; Lv.25;Dt.23:15-25:16). En las religiones antiguas no se habla del bien y el mal. Los dioses eran caprichosos y perversos como sus adoradores. El proverbial “bien y mal” de Israel es una novedad para el mundo en tanto lo bueno tiene que ver con dignificar al ser humano y lo malo con el mal trato que se da al ser humano. Por eso la ley y los profetas se resumen en amar a Dios y amar al prójimo.

También hay una anti-revelación. Ya en el entorno de Génesis aparecen dos ideologías en conflicto. La serpiente tiene la suya “no moriréis, sino que sabe Dios que el día que de el comáis, serán abiertos vuestro ojos, y seréis como Dios sabiendo el bien y el mal (Gn.3:4-5). Dios había dicho De todo árbol del huerto podéis comer (Gn. 2:15-17). La provisión de Dios, su bondad y gracia son patentes en el amplio permiso que da al hombre. La única prohibición del Edén anticipa la ley que moldeará el carácter del hombre (Gn.2:17).

Pero, la anti-revelación de la serpiente consiste en que el hombre se emancipe de Dios y adquiera una propia agenda. En la agenda de todo hombre que se aleja de la revelación de Dios hay un compromiso tácito con la autonomía de la serpiente. Consiste en dudar de la bondad de Dios y en todo caso sabotearlo y aun suplantarlo. El hombre, sin darse cuenta, se adhirió a la anti-revelación y sufrió las consecuencias: muerte social “tu deseo será para tu marido y el se enseñoreará de ti” (Gn.3:16). Muerte ecológica: “maldita será la tierra…espinos y cardos te producirá” (Gn3:17-18). Muerte física: “polvo eres y al polvo volverás” (Gn.3:19). Muerte espiritual: “y lo sacó Jehová del huerto” (Gn.3:23).

Esta visión, sugiere éxito al ser humano que se declara autónomo. El trabajo, la cultura, la familia, el progreso y el reposo (Gn.1-2), son capturados por esta idea. El entorno humano desde entonces depende del mensaje “no moriréis”, vida sin Dios y “seréis como Dios”, seguridad sin Dios. Consiste en buscar salud aparte de Dios (esperanza terapéutica); buscar provisión aparte de Dios (esperanza materialista); buscar seguridad aparte de Dios (esperanza militarista); buscar confort aparte de Dios (esperanza tecnologista). En cambio, las leyes de Dios tendrán como propósito guardar al ser humano de todo abuso en su contra: del otro ser humano, del monarca, de la enfermedad, de la guerra, de la pobreza y de la violencia.


4. La revelación de Dios en Jesucristo
La reforma protestante insistió en hacer de Jesús el cernidor a la luz del cual se entendía la revelación bíblica. Dicho de otra manera, la Biblia se propone revelar a Jesucristo. Si bien se llama a la tradición bíblica judeocristianismo, la Biblia es en el fondo un documento cristiano, en tanto Cristo se haya en el su centro. Crear, salvar y reinar son prerrogativas divinas que como veremos Dios comparte con Jesucristo.

Desde el punto de vista de la creación, el Nuevo Testamento indica que el es Dios creador (Jn.1; Heb.1; Col 1; 1 Jn.1). El es el agente, medio y meta de la creación y todo el orden creado espera ser reunido bajo la cabeza de todas las cosas, la cual es Cristo (Ef.1:10,22-23).

Desde el punto de vista de la salvación y de la elección, ocurren precisamente por que la cruz de Jesucristo las hizo posible. El cordero, inmolado desde antes de la fundación del mundo (1. P.1:18), es el autor de nuestra salvación (He.12:2). Es su muerte cruenta y el derramamiento de su sangre lo que hace posible la salvación y elección del ser humano. (Ro.3:24-25). De modo que las grandes obras de salvación a favor de la humanidad (redención, reconciliación, propiciación, perdón, justificación) gozan de la aceptación de Dios porque la cruz, la muerte y la resurrección de Jesucristo han cumplido con la justicia de Dios.

Además, el sistema sacrificial prefigura la venida de Jesús, anticipando su sacrificio y su redención del mundo. El es el segundo Adan que salva a al mundo del pecado introduciendo la gracia y la Justicia; es también el segundo Moisés que legisla en el espíritu de la ley para pueblo; el es el nieto de David, que tiene acceso al trono de David; el es el segundo Israel que cumple con justicia y ofrenda a Dios el verdadero fruto que el primer Israel no pudo entregar.

Finalmente, Jesús reina. El anuncio del reino de los cielos que se ha acercado es porque el, el rey esta presente (Mt4:17). El reino de Dios es su dominio, su gobierno, su prerrogativa de gobernar (Sa. 93:1-2). Los creyentes estamos en el ámbito del reino de su amado hijo (Co.1:13). Los redimidos en Apocalipsis cantan el cantico de Moisés y el cantico del cordero y dicen: Rey de los santos (Ap.15:3;11:15). Jesús es señor en la Iglesia primitiva y el reconocimiento de su majestad en la predicación apostólica (Hch. 2:34-36) como “Señor y Cristo”, es señal inequívoca de que el es Dios.


5. Los atributos de Dios
Los atributos de Dios son las perfecciones de Dios, sus excelencias o características según aparecen en la Biblia. En ningún momento son cosas que los hombres atribuimos a Dios; tampoco son cosas que definen a Dios. Dios se nos revela en misterio y ni siquiera sus atributos lo abarcan completamente. La Biblia le llama “virtudes” de Dios (1P.2:9).

Dios es justo (Sal.11:7; Dn.9:7), santo (Lv.11:44; 1P.1:16), bueno (Mt.19.17;Sal.100:5), amor (1Jn.4:8), compasión (Stg.5:11; Ef.2:4), lleno de gracia (2Co.8:1;Ef.1:7). Todas estas características tienen algún reflejo en la espiritualidad del hombre que cree en Dios. Por ello a estos atributos les llaman comunicables, por compartirlos Dios en alguna medida con el ser humano. Lo que aparece débilmente en el hombre aparece gloriosamente en Dios.

Pero también, Dios existe en si mismo (aseidad) (Ex.3:14), es eterno (Gn.21:33; Sal.90:2), omnipresente (Sal.139:7-11), Infinito (1R.8:27), omnisciente (Hch.15:18; Sal. 147:4) y soberando (Hch.15:18; Sal.135:6). Estos atributos que en ninguna manera se hallan en el ser humano, se les llama incomunicables. Algunos llaman a la primera categoría atributos absolutos y a la segunda, relativos, otros, llaman a la primera naturales y a la segunda morales, clasificaciones que de una u otra manera se sugieren inadecuada para hablar de Dios.

Una nota práctica de la elección y soberanía de Dios es precisamente la de “anunciar sus virtudes” (1P.1:9). Esto sugiere que tanto en palabra como en acción, la iglesia esta llamada a comunicar al mundo los atributos de Dios.



6. Dios y la revelación de la Trinidad
Algunos ven la trinidad en el Antiguo Testamento en las expresiones del plural de majestad “hagamos al hombre” (Gn.1:26), “he aquí el hombre es como uno de nosotros” (Gn.3:22), “descendamos y confundamos allí su lengua” (Gn.11:7). Estas expresiones de Jehová abarcan el actuar de Dios acompañado de su cohorte celestial y no son indicadores precisos de trinidad sino involucran a muchas personas, seguramente ángeles. Pluralidad de personas no es trinidad y si pudo ser mal interpretado como politeísmo.

En el Antiguo Testamento, además de “Jehová”, se haya el “ángel de Jehová” que tiene autoconciencia y es diferente a Jehová. Además se encuentra el “espíritu de Jehová”. Lo que caracteriza a estas tres personas son prerrogativas divinas (perdonar, recibir adoración, atributos divinos, hacer portentos). Las tres personas son distintas la una de la otra pero a la vez, las tres están relacionadas en su actuar en forma de Dios. En el Antiguo Testamento Dios actuó como un pedagogo no revelando de golpe la trinidad por que los judíos pudieron haber terminado abrazando el politeísmo. Del A. T., lo más que podemos decir es que hay “intimaciones trinitarias”.

En el Nuevo Testamento de nuevo aparecen las tres personas y tienen prerrogativas divinas, atributos personales (afectos, voluntad e intelecto) y a las tres participan en el plan de redención: el padre que ordena el plan, el hijo que cumple el plan y el Espíritu lo aplica al creyente (Ef.1:3-14). Las tres personas aparecen en la fórmula bautismal (Mt.28:19), y en otras fórmulas en el N. T. “Un espíritu, un señor, un Dios y padre” (Ef.4:4-6).

El Nuevo Testamento además de hablar del Dios de Israel, explícitamente llama a Jesús Dios en Jn.1; Col.1; Heb.1; Ap.1. Del Espíritu Santo se habla como Dios en Hechos, al decir que Ananías y Safira, quienes mintieron al Espíritu Santo, realmente mintieron a Dios (5:4). Es un solo Dios, que la reflexión teológica posterior definió como una esencia en tres subsistencias o un Dios que subsiste en tres personas.


7. Cosmología bíblica: creación
En términos bíblicos no se puede hablar de espiritualidad sin mencionar la creación. En Génesis, Dios nos entrega un mundo para sojuzgarlo y dominar sobre el (Gn.1:26-27). El plan de Dios consiste en que el hombre sea vicerrector suyo. Dios ordenó: Fructificad y multiplicaos, llenad la tierra y sojuzgadla (Gn.1:28). Lo “administrable” incluye el trabajo, la cultura y el progreso (Gn.2:15), la familia (2:28), y el reposo (Gn.2:3).

La espiritualidad, se asienta sobre la doctrina de la creación. Declarar a Dios señor de este mundo y trabajar porque su voluntad sea hecha como en el cielo “así también en la tierra”, es la quinta esencia de la espiritualidad. Por eso, es muy difícil ser espiritual aparte de la doctrina de la creación, sencillamente porque Dios no tiene territorio sobre el cual ser declarado rey (Ex.15:16-18).

Sin embargo, ya en el entorno de Génesis aparecen dos ideologías en conflicto. La serpiente tiene la suya “no moriréis, sino que sabe Dios que el día que de el comáis, serán abiertos vuestro ojos, y seréis como Dios sabiendo el bien y el mal (Gn.3:4-5). Dios había dicho De todo árbol del huerto podéis comer (Gn. 2:15-17). La provisión de Dios, su bondad y gracia son patentes en el amplio permiso que da al hombre. La única prohibición del Edén anticipa la ley que moldeara el carácter del hombre (Gn.2:17).

Pero, la ideología de la serpiente es que el hombre se emancipe de Dios y adquiere una propia agenda. En la agenda de todo hombre sin Dios hay un compromiso tácito con la idea de la serpiente. Consiste en dudar de la bondad de Dios y en todo caso sabotearlo y aun suplantarlo. El hombre, sin darse cuenta, se adhirió a la ideología de la serpiente y sufrió las consecuencias: muerte social “tu deseo será para tu marido y el se enseñoreará de ti” (Gn.3:16). Muerte ecológica: “maldita será la tierra…espinos y cardos te producirá” (Gn3:17-18). Muerte física: “polvo eres y al polvo volverás” (Gn.3:19). Muerte espiritual: “y lo sacó Jehová del huerto” (Gn.3:23).

Esta visión, sugiere éxito al ser humano que se declara autónomo. El trabajo, la cultura, la familia, el progreso y el reposo (Gn.1-2), son capturados por esta idea. El entorno humano desde entonces ha quedado marcado por la autonomía de la serpiente: “no moriréis”, vida sin Dios y “seréis como Dios”, seguridad sin Dios. Buscar salud aparte de Dios (esperanza terapéutica); buscar provisión aparte de Dios (esperanza materialista); buscar seguridad aparte de Dios (esperanza militarista); buscar confort aparte de Dios (esperanza tecnologista). En cambio, las leyes de Dios tendrán como propósito guardar al ser humano de todo abuso en su contra: del otro ser humano, del monarca, de la enfermedad, de la guerra, de la pobreza y de la violencia.


8. Antropología y creación del hombre
La antropología bíblica asume la creación de Dios. El hombre es formado a la imagen de Dios en su parte subjetiva o inmaterial. Es en su doble forma como hombre y mujer que expresa la imagen de Dios. “Imagen y semejanza” ha sugerido el profesor La Cueva, se trata de una endíadis (hebraísmo), dos conceptos en uno “imagen semejante”. La imagen selem/demut era el sello colocado por el rey sobre aquello que era su posesión, cosa que elevaba al objeto a una dignidad superior, con carácter indeleble o imborrable se sostenía que jamás abandonaba al objeto.

El hombre desobedeció, cayó y quedo fuera de la comunión con Dios (Gn.3:1-17), “el pecado entro… por un hombre… y la muerte paso a todos los hombres” (Ro.5:12). Romanos insiste en los primero tres capítulos en condenar a todos los hombres por su impostura teológica de hacer de las creaturas dioses (cap. 1), por eso tanto judíos como gentiles se hallan bajo el dominio del pecado y necesitan de la potencia salvadora del evangelio (cap. 2). Ni siquiera la ley que se practica sin espíritu o sin amor (tu que hurtas, adulteras, cometes sacrilegio y abominas a Dios), enfocada en lo ritual, puede hacer diferencia en este punto (2:17-3:31).

El hombre en su subjetividad esta compuesto de alma, espíritu, voluntad, intelecto, conciencia, corazón y mente. Estas palabras son intercambiables (comparten el campo semántico en uso) en el Antiguo y Nuevo Testamento, siendo la mas abarcadora “corazón”, (heb. Leib, y cardía). ¿En dónde se ubican tales “componentes”? El teólogo católico K, Rahner prefirió hablar del llamado o vocación divina del hombre como la explicación metafórica de estos términos. Ese llamado superior o vocación espiritual de Dios, afecta la parte inmaterial del hombre. De no ser así, deberá pensarse en las funciones superiores, cognitivas del hombre, comúnmente asignadas al cerebro.

En cuanto a la parte material, a partir de la teoría de evolución biológica se ha postulado que Dios pudo haber creado al hombre en un largo proceso de milenios que incluye la evolución teista. Las herramientas que harían eso posible son la selección natural, las mutaciones genéticas y miles de millones de años. Esta postura tiene algunos problemas, las mutaciones son dañinas a la especie que las tiene y sirven en medicina para explicar ausencia de órganos y degeneraciones. Por supuesto, que la micro evolución sucede por medio de las alteraciones producidas por el hombre mismo.

Para explicar la selección natural se ha apelado a un edificio genético que es meramente conceptual: genes represores, aporepresores, corepresores y genes creadores de nuevos genes. Esto haría posible la selección natural. Finalmente, los millones de años hacen posible que de la nada surja algo. Los protozoos no tienen dientes, pero si pasan millones de años de la nada surgen los dientes. Es factible afirmar que el tiempo funge como una suerte de varita mágica que hace posible lo imposible. En suma, la evolución y la creación son dos modelos para explicar los orígenes y ninguno de los dos puede probarse científicamente. La teoría de evolución tiene lagunas y vacíos que no se han respondido satisfactoriamente. La creación es la propuesta teológica de los orígenes y requiere de fe para ser creída, cosa no muy diferente de lo que se requiere para creer en la hipótesis de trabajo de la evolución.

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